sábado, 8 de agosto de 2009

Fuera la iglesia de la educación


La irrupción de la epidemia de Gripe A no solamente desnudó el colapso en el que se encuentra el sistema de salud argentino sino también puso en evidencia la estrecha relación entre salud y educación. La necesidad de cerrar las escuelas como posibles focos infecciosos dos semanas antes de las vacaciones de invierno nos obliga a considerar el grave problema de infraestructura que padecen los edificios escolares. Sin embargo desde los Gobiernos Provincial y Nacional, la acción se limitó a realizar una desinfección como las habituales. El Consejo Escolar de San Martín envió algún bidón de jabón líquido (sin proveer de los necesarios dispensers para poder ser utilizado) a alguna escuela elegida discrecionalmente. Es más, apenas reiniciadas las clases el 3 de agosto, muchas escuelas se encontraron sin agua corriente y sin estar autorizados los directores a suspender las clases. En tiempos de pandemia la crisis de infraestructura que atraviesa el sistema educativo en nuestro partido y en toda la Provincia, es más apremiante que nunca. No olvidemos tampoco que es en los comedores escolares donde se encuentra el principal lugar de alimentación y que este servicio que se presta en la escuela es fundamental para conservar la buena salud y prevenir enfermedades de nuestros alumnos/as.
Pero la relación entre escuela y salud tiene también otros aspectos. La escuela es fundamental en la prevención de enfermedades y en la propagación de la salud por muchísimos factores. En estos días las criticas de la Iglesia al Manual de formación de formadores editado por el Ministerio de Educación puso en cuestión el tema de la educación sexual en las escuelas como uno de los aspectos clave de las políticas de educación y de salud. Sabido es que, a lo largo de la historia, el éxito con el que se mantuvo durante siglos la “dominación masculina” se debió al trabajo conjunto de la Iglesia, el Estado, la familia, los medios de comunicación e incluso la práctica de deportes. En este caso se trata una vez más de la ingerencia de la Iglesia en su objetivo de otorgar un viso de “naturalidad” a la desigualdad social y cultural entre los géneros. Una vez más, en la crítica de Héctor Aguer, titular de la Comisión Episcopal de Educación Católica, se presenta este ordenamiento, hombre-mujer ( la vocación maternal de la mujer y la dominante del hombre), como autoevidente al pretender extraer su legalidad de un territorio que para los curas es a la vez biológico y divino.
El lobby eclesiástico no solamente intervino en el momento de la sanción de la Ley de Educación Sexual Integral, aprobada a nivel nacional y en particular en la Ciudad de Buenos Aires, sino que vuelve ahora a presionar para que la educación sexual no sea un derecho de los niños y los jóvenes. Gracias a esta estrategia dilatoria de la Iglesia, todavía la prevención del abuso sexual, la noción del cuerpo como placer, la información para no llegar a embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual no se instaló en las escuelas como tendría que estar sucediendo por ley, sentido común, reclamo de los niños/as y jóvenes y una noción básica de salud.
La Comisión Episcopal de Educación Católica se mete ahora con la formación docente al cuestionar el manual elaborado por el Ministerio de Educación de la Nación.
y niega a los niños/as y jóvenes el derecho a aprender en la escuela el respeto por la diversidad sexual y el rechazo por todas las formas de discriminación; la información confiable sobre métodos anticonceptivos y de regulación de la fecundidad; decir “no” frente a la presión de amigas y amigos y tener una mirada crítica hacia los mensajes de los medios de comunicación que imponen ideales de belleza de varones y mujeres.
La Ley de Educación Sexual Integral puede convertirse en manos de los docentes y a través del debate amplio y democrático en una herramienta que permita la prevención del embarazo adolescente, de las enfermedades de transmisión sexual y para construir vínculos más solidarios y fraternales entre las personas que superen el esquema dominante basado en la dicotomía supuestamente natural hombre-mujer. Más sobre este tema, acá

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